Un equipazo humilde bajaba a los poderosos River y Racing y daba su vuelta olímpica iniciática. Fue el Fortín que gestó Spinetto y dirigió Giúdice.
EL TURCO Y EL CORDOBÉS, PIEZAS CLAVE EN EL CAMPEÓN.
Ojevero en la defensa. Marín en el arco. Willington, Bianchi... (rastrea por su memoria) Carone. Muchos jugadores importantísimos. Luna, Ríos. Una delantera y una defensa... Eran todos muy buenos jugadores, eran de lujo... (frunce el seño y desempolva) Nogara también... Todos, todos". Mientras enumera a los símbolos del equipo, enseña una mirada nostálgica hacia el cielo. Parece un eco: cada pregunta deriva en un escalonamiento desprolijo de aquel plantel. Evita nombrarse. Es un señor gentil. Accede, desvaloriza las molestias, y cuando se apaga el grabador de Olé, gratifica: "Gracias por acordarse, eh".
Omar El Turco Wehbe formó parte de aquel equipo que él mismo rememora. Incluso, elude proclamarse entre los delanteros (centro forwards por aquellos tiempos) y frente a cada inquietud sucumbe en galardonar a sus amigos de pelota: "Pero en serio, eh. Grandísimos jugadores. De los mejores que vi en toda mi vida". El resto, quienes tal vez por arbitrariredades futboleras y concesiones del éxito sean menos publicitados, descreen e histriónicamente, a coro, le gritan: "¡Dale Turco, dejate de joder!". Pero él, tozudo, les repite: "Es en serio".
Para que no se asemeje a un simple capricho, el Turco lo encierra dentro de un contexto lógico: "Ese equipo tenía mucho corazón, tenía buenas individualidades. No sólo eso: además éramos un buen grupo y teníamos muy buen equipo". No va a ser el primero que así lo crea...
Otro genial jugador practica el mismo juego humilde de Wehbe. Y arranca con el discurso: "Lo teníamos a Marín como arquero, a Ovejero como número dos, dos marcadores de punta de selección: Gallo y Atela. En el mediocampo estaban Solórsano y Zóttola. Y adelante jugaban Luna, Ríos, Wehbe y Carone, o Bianchi y Nogara". Su tonada lo delata. El crack que no integra esta lista, carga dicción cordobesa. Daniel Willington, el salto de distinción de aquel campeón, formula un dictado de nombres que niega su incorporación, obra de su humildad. No parece ser casualidad la sencillez de aquel campeón sino una característica uniforme. "Habíamos llegado casi todos del interior del país y Don Victorio (Spinetto) nos empezaba a formar como futbolistas. Y cuando llegó el momento teníamos un equipo que podía competirle a cualquier equipo", explicó Willington cómo fue que se conformó aquel plantel campeón. El Turco lo complementa: "No pensábamos nunca en perder, porque el equipo estaba preparado sólo para ganar. Eso sí, nunca me consideré mejor que River y Racing, pero me sentía seguro con los jugadores que teníamos. Era un equipo que enfrente a cualquiera podía decir con exactitud: 'Acá no pierdo'".
A Carlos Bianchi, una institución en Vélez, se lo vincula en demasía con este campeón. Bien cierto es que integró el plantel, pero poca fue su ascendencia para evocarlo por encima de otros jugadores que aportaron y tuvieron más trascendencia en el título. Sin embargo, siempre será palabra autorizada y señala a los verdaderos hacedores de la hazaña: "Terminamos marcando la diferencia junto con el Turco, con José Luna, con muchos jugadores que tal vez no tuvieron la importancia que se merecen porque fueron grandes jugadores del fútbol argentino".
El Virrey también le da un marco al campeón del Nacional 68: "Era un equipo ofensivo. Manuel Giúdice había armado un equipo con ideas muy claras, que quería ser protagonista siempre. Eso hizo que Vélez, en todos los encuentros salga a ganar convirtiendo varios goles".
Aquel Vélez fue un campeón de los que habría que recordar. Fue la primera vuelta grande del Fortín en su historia, derrocando a la gesta del ascenso a Primera en 1943. Fue el segundo equipo de los considerados chicos campeón, luego de los laureles de Estudiantes en 1967. Y fue, curiosamente, el primer campeón de un torneo que motivó a un anexo del calendario, en este caso, un triangular: 40 años más tarde y próximos a la misma fecha, Boca lo emulaba tras ganar otro triangular. En 1968, Vélez accedió a la definición en la última fecha, al empatar en 22 puntos junto a River y Racing. En el segundo encuentro, Vélez igualó con el Millo, en un partido desteñido por el arbitraje de Guillermo Nimo, quien no sancionó una mano penal de Gallo que le hubiera dado el título a River. Pero no fue. Y en la final, Vélez gritó campeón al golear a un Racing que ya no contaba con chances.
-Aquél del 68 y éste del Apertura 08 fueron parecidos: en ambos se cuestionó el arbitraje...
-Daniel Willington: Sí, lo del arbitraje dejémoslo ahí. Porque si te fijás en el gol que nos hace River, le hacen un foul a Marín que no se cobró. Y nosotros no dijimos nada. En la pelota que dicen que le pega en la mano a Gallo, no se ve en ningún lado. Se ve que la pelota va, pero no se ve que le pega a él.
-Omar Wehbe: No creo que ningún jugador vaya para atrás y no creo que ningún árbitro se venda, porque yo creo en la gente. Nunca nadie me invitó a que jugara mal. Si jugaba mal era porque era un patadura.
-¿Y respecto de la incentivación?
-DW: Creo que no tiene nada de malo incentivar a un equipo para que gane. Pero no es de hombre recibir dinero para no ganar. No hacía falta incentivar a Racing con el equipo que tenía. Y si los incentivaron mejor, porque le demostramos que incentivados o no ganamos bien.
-OW: Si alguien venía y me decía: "Turco te damos un millón de pesos para que vayas para atrás". Yo ni muerto, ni muerto. Sería una ofensa para mi corazón. No creo que tampoco hoy lo hagan. Creo mucho en el futbolista.
Parecidos. Inclusive, el cordobés se animó a establecer un parangón con el Tigre del último torneo: "Nosotros fuimos como ellos. Un equipo que viene jugando hace tiempo juntos. Con la salvedad que nosotros salimos campeones... En este torneo, para mí Tigre fue el campeón moral". Más similitudes...
Entre ellos, entre los símbolos más representativos del campeón del 68 cabe una historia de odio, rencor y profesionalismo. Uno hacía del enganche, de quien se encargaba de habilitar al nueve. El otro era justamente el titán del gol, el que concluía las creaciones del creativo. Dos o tres meses transcurrieron sin dirigirse palabras. "Lo invité a comer empanadas árabes a mi casa porque mi mamá lo quería mucho. A los cuatro días jugábamos. Le devolví mal una pared y me insultó y humilló a mi mamá: no se lo podía permitir. 'Hace cuatro días venías a comer empanadas a mi casa y ahora me la insultás así...' Pero el era así: en vez de decir buenos días te mandaba a la de tu madre...", narraba el Turco. Willington, se defendió: "Pero al Turco era así: le tirabas un 'fulbo' y él te devolvía un ladrillo, je".
Pero llegaba el 29 de diciembre de 1968. Wehbe reconoció cómo se reconciliaron: "En la final, vino y me dijo: 'Turco tenemos que salir campeones y no tenemos que estar más peleados. Yo te voy a dar tres pases y vos vas a hacer tres goles...". Willington siguió el relato: "Le dije: 'Te voy a hacer meter tres goles'. En el penal que me hicieron a mí, el Turco me pide que lo pateé yo. Le respondí: 'Te dije que íbas a hacer tres goles... Así que hacelo'". Wehbe concluye la anécdota: "Cumplió. Fue un fenómeno".
El propio cordobés acompaña otra anécdota: "En la final, unos periodistas nos llevaron al vestuario unas grabaciones de nuestras familias. Nos pedían que en la cancha dejáramos todo. Nos hizo sentir verdaderos hombres".
La primera vez de Vélez. Un campeón para recordar.
fuente : ole
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