Larrivey tuvo el mejor debut y metió el segundo. Antes, había convertido López. Tigre sigue sin sumar.
ESTE SOY YO. LARRIVEY ABRE LOS BRAZOS Y AVISA QUE VINO PARA HACER GOLES: TODO VELEZ FESTEJA EL SEGUNDO.
Vélez encontró en Victoria lo que más buscó y no encontró en las dos fechas anteriores: un triunfo. Le ganó 2-1 a Tigre, está invicto y quedó a dos puntos de los tres líderes. No jugó un gran partido, es cierto; pero le alcanzó con la aparición de Joaquín Larrivey, en su debut en el equipo, para resolver un encuentro parejo.
Había una sorpresa compartida antes de comenzar el partido: Tigre, que en el Apertura quedó a un gol de consagrarse campeón por primera vez en su historia, sólo había sumado derrotas en el arranque de este Clausura. Vélez, uno de los candidatos por riqueza de su plantel, sólo había sumado empates. Es decir: ninguno de estos posibles protagonistas había ganado.
El partido también tuvo cierto carácter contradictorio, como si estuviera abrazado a esos antecedentes inmediatos. En el mejor momento de Vélez, cuando parecía que estaba jugando en el Amalfitani y no en Victoria, Tigre lo golpeó con un recurso que conoce mucho y que maneja muy bien: la pelota detenida. Tiro libre. Centro lejano y frontal de Sebastián Rusculleda y cabezazo de Néstor Ayala en el segundo palo. Otra contradicción añadida: el delantero paraguayo era uno de los más resistidos y fue el que generó la primera alegría de la noche para el equipo de Diego Cagna, quien también le reclamaba más intensidad y más participación.
Después del gol, cuando Tigre ya parecía consolidarse a partir de la ventaja parcial, Vélez se encontró con un penal a favor en el penúltimo minuto de esa primera mitad. Sucedió otra contradicción: el árbitro estaba cerca de la jugada, pero cobró una falta inexistente a Sebastián Domínguez, quien se tiró luego de un centro en la que ni siquiera había ocurrido un forcejeo. Entonces, fue Hernán Rodrigo López y con un puntinazo al centro del arco se sacó la bronca de su mala racha goleadora y estableció el empate.
No es el mismo Tigre del torneo pasado. Al menos no lo parece, más allá de los nombres. Como si aquel equipo de Cagna que se decía de memoria ahora luzca distinto fecha tras fecha. Si hasta Diego Castaño, figura inobjetable de este plantel desde los tiempos de la B Nacional, está teniendo un Clausura muy flojo: vio la roja en la primera fecha ante San Lorenzo y ayer, a los ocho minutos del segundo tiempo, le dejó servida, en su intento por rechazar, una pelota a Joaquín Larrivey para que convirtiera su primer gol en el regreso al fútbol argentino. El ex atacante de Huracán, procedente del Cagliari, hizo lo que hacen los centrodelanteros que llevan el gol en el alma: estaba en el lugar indicado en el momento preciso. Y algo más: no dudó. Así, Vélez comenzó a sentir que arrancaba...
Ya con la ventaja, el equipo de Ricardo Gareca perdió intensidad. Pero Tigre no lo inquietó tanto como lo hacía en tiempos tan cercano. No lo avasalló, no lo puso contra el arco de Germán Montoya, no lo sorprendió.
Entonces, entre uno conforme y el otro sin capacidades creativas (tal vez afectado por la ausencia del suspendido Martín Morel), se construyó un último tramo del partido sólo agradable por la incertidumbre que siempre genera la cercanía en el resultado y por alguna llegada de Tigre. Así hasta el final. El del primer grito feliz de Vélez. El de la sensación de que aquel Tigre ya no es otra cosa que un gran recuerdo.
fuente : clarin
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