domingo, 22 de febrero de 2009

Por algo es Bati.

Joaquín Larrivey tuvo el mejor debut posible: hizo el gol del triunfo de Vélez y fue la figura de la cancha.

EL DELANTERO LLEGÓ Y YA EMPEZÓ A DAR SUS FRUTOS. Y AYUDÓ A VÉLEZ A SALIR DE LOS EMPATES Y GANAR SU PRIMER PARTIDO.

Alguna vez Joaquín Larrivey confesó su admiración por Hernán Crespo. Curioso tratándose de un jugador apodado Bati, y no precisamente por usar capota y volar tipo Batman. Siempre sintió, de todos modos, que cualquiera de las dos comparaciones le quedaban grandes. No se cree (todavía) el delantero "de equipo" y con gol que es Crespo ni ese goleador brutal que fue Gabriel Batistuta. Sin embargo, Vélez lo esperaba con expectativas mayores. A nadie le importaba demasiado si era más parecido a uno u otro, o si representaba un mix. Lo interesante pasaba por la necesidad de saciar la falta de gol que venía mostrando el equipo. Y Larrivey, quien está en Vélez desde hace una semana, quien fue designado titular por Gareca en la práctica de fútbol del miércoles y respondió metiendo un gol, anoche empezó a hacer sentir satisfechos a los dirigentes que pusieron 450.000 dólares por el préstamo hasta el final del torneo, sin opción ni nada para quedarse después de mitad de año. El Bati, que ya se perdió dos fechas, vino para jugar sólo 17 partidos. Y la forma de amortizar la inversión es con goles. Por lo que parece Vélez se encamina hacia un buen negocio...

Ojo, no sólo por su gol, el 2-1, bien de goleador, metiendo en el arco -casi cayéndose- una pelota que quedó muerta en el área después de dar impensadamente en Castaño; sino también por el despliegue que el ex delantero de Huracán mostró a lo largo de todo el partido. Movilidad, participación y oportunismo. Un mix, en definitiva, de Crespo y Batistuta, que Vélez pudo disfrutar para seguir invicto en el torneo y, especialmente, para salir de un arranque dudoso por dos empates seguidos.

La llegada de Larrivey ayuda, claro está, pero tampoco es la solución a los problemas estructurales que muestra Vélez, que jugó mejor que Tigre, sí, aunque no por eso fue súper profundo y peligroso. Fue agresivo en su actitud y en su postura ante el partido, dispuesto a llevarse por delante a su rival, listo para acorralarlo en su campo. Aunque no encontró la claridad necesaria para vulnerar con más facilidad a Tigre, una sombra del equipo que hace un par de meses jugó el triangular definitorio con San Lorenzo y Boca. Ocampo se paró como enganche (Moralez no jugó por estar suspendido), suelto para decidir dónde trasladarse, pero su imprecisión llevó en varias ocasiones a Vélez a depender de los centros de Cabrera. Mostraba sus uñas aunque éstas no arañaban como para lastimar.

Pero le alcanzó. No le sobró como para descorchar y tirarse a un costado a emborracharse tranquilo, pero le alcanzó. Con Larrivey, sus ganas, su polenta y su oportunismo, tuvo para festejar por primera vez en el Clausura.

fuente : ole

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