lunes, 17 de noviembre de 2008

Boca pensaba vestirse con el traje de líder, pero se le vieron los remiendos.

Vélez le ganó 3 a 2 y lo bajó de la punta que pretendía ocupar en soledad; el equipo de Ischia se descompensó ante un rival sereno e inteligente.

Es el riesgo de vivir con lo justo. Muchas veces no alcanza lo que se tiene para darse un gran gusto. La realidad rompe las ilusiones. El objetivo que parece al alcance de la mano se escapa. Es lo que le sucedió a Boca. Pensaba vestirse con el traje de puntero, pero se le notaron las costuras y remiendos. Como la oportunidad se presentaba inmejorable para Boca por el empate de San Lorenzo, la desazón por la derrota es mayor. Siembra dudas sobre el temperamento y los recursos del equipo para afrontar la recta decisiva. Si bien sus competidores directos por el título no son tan fiables, Boca tampoco puede considerarse un cheque al portador.

Boca nunca terminó de levantar un partido en el que siempre fue a remolque. En el resultado y en el desarrollo. Vélez lo superó con la tranquilidad y la astucia del equipo que llega sin grandes presiones. A lo largo del Apertura, Vélez siempre fue más cuando debió recuperar terreno perdido en las posiciones que cuando se hizo un lugar en los principales puestos. Demostró ser un conjunto susceptible a la máxima exigencia y peligroso en los pasajes del torneo en los que no se espera gran cosa de él. Lo ratificó ayer en la Bombonera, donde provocó el batacazo cuando ya no tenía arte ni parte en la discusión por el título.

La derrota castigó a Boca por su incapacidad para controlar el partido. A diferencia de lo que venía ocurriendo últimamente, sus carencias pesaron más que las virtudes con las que conseguía ajustadas victorias. Salía a flote por la influencia de Riquelme en acciones puntuales o por la vitalidad de algunos juveniles a la hora del recambio. Pero como equipo, en lo relativo al funcionamiento, dejaba bastantes incógnitas. Adquirió el perfil de superviviente por su capacidad para reponerse a diversos golpes: las lesiones de Palermo y Palacio, la baja forma física de Riquelme, el impacto anímico por la muerte del presidente Pompilio.

La última contingencia negativa fue la grave lesión de Paletta. Esta ausencia expuso a Ischia al error al decidir la inclusión de Forlín en una línea de tres zagueros. No lo favoreció el perfil (es derecho y ocupó el sector izquierdo) y se lo vio incómodo. Vélez fue inteligente para protegerse: no descuidó a los hombres más peligrosos de Boca (los centrales Uglessich y Torsiglieri no perdieron casi nunca los papeles) y dejó que Forlín y Roncaglia salieran con pelotazos sin destino cierto.

Desde el comienzo, Vélez se mostró más compacto, ocupó el campo mejor que su rival. Tuvo más fluidez en el manejo de la pelota. Boca estaba más distraído, como quedó reflejado en el gol de cabeza de Uglessich, que se desprendió fácilmente de la marcación de Battaglia. Boca tuvo más presencia en los últimos 20 minutos del primer tiempo. Ponía muchos jugadores en campo visitante, pero le faltaba profundidad, desequilibrio. Riquelme era intermitente, Dátolo se equivocaba mucho, Viatri quedaba lejos del gol y al derroche de energía de Mouche le faltaba un punto de claridad. Sin jugar bien, Boca pudo empatar con un cabezazo de Cáceres y una entrada de Riquelme, cuyo exquisito toque se fue por encima del travesaño.

En la segunda etapa, el encuentro fue más vertiginoso. Boca apostó por la verticalidad de Gaitán y Tocalli sacó del banco a un torpedo: Cabrera, que en la primera pelota que tocó "desplumó" a la defensa local con una corrida de izquierda a derecha y una definición de zurda que desacomodó a García. La desesperación activó a Boca, mientras Barovero aparecía con oportunas atajadas. De un estupendo tiro libre de Riquelme llegó el descuento de Forlín. Ischia se dejó llevar por la corriente emocional del partido e hizo un cambio temerario: un delantero (Palacio) por un zaguero (Cáceres). Boca quedó sólo con dos defensores e improvisó un parche al retrasar a Battaglia por la izquierda (después lo hizo Ibarra por la derecha). Se descompensó por completo y lo aprovechó Cristaldo, tras una maniobra de Nanni. El 3 a 1 sonaba a sentencia, mientras Boca avanzaba de manera alocada y Vélez metía miedo con las réplicas del esprinter Cabrera. Reapareció Palacio, al que le costó entrar en ritmo, pero dio una muestra de su categoría de delantero importante con el cabezazo del descuento. Fue insuficiente, como casi todo lo que ayer hizo este Boca cuando debió dar la talla de un puntero.

LO NEGATIVO
La Bombonera, en el Apertura, no es inexpugnable

Con la caída de ayer ante Vélez por 3-2, el conjunto xeneize acumuló su tercer derrota en la Bombonera. Antes perdió con Tigre (2-3) y Estudiantes (1-2).

LO POSITIVO
El equipo de Liniers se potencia frente a los grandes

En el torneo, Vélez tuvo buenas tareas con los equipos grandes: venció a Boca (3-2) y a River (2-1), igualó sin goles con Independiente y Racing, y cayó frente a San Lorenzo (0-1).

LO NEGATIVO II
Diego Abal tuvo una tarde con algunos errores


El árbitro Diego Abal no cumplió una gran tarea. No sancionó un penal de Forlín ante Nanni y permitió que los futbolistas se excedieran en el juego brusco.

fuente : la nacion

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