lunes, 24 de noviembre de 2008

Atreverse.


Ocampo chupetea de satisfacción por su gol, un cabezazo que cerró el resultado.

Cuando juntó más creadores se acabó la mediocridad. La mejora y los goles vinieron del banco y de Cabrera.

El juego era una fábrica de naderías, hasta que Tocalli se atrevió a meter más expertos en tres cuartos de cancha, donde se espía, se teje, se vislumbra y se cocina el pase-gol. Por eso ganó Vélez.

Es que en el primer tiempo tuvo la iniciativa, pero pareció un barrilete que le faltaba piolín. Llegaba sin lastimar, salvo una media tijera de Nanni que dio en un poste y recorrió la línea del arco. Copó el medio porque el Lobo jujeño dejó arriba, detrás de la línea de la pelota, al enganche Ramírez más dos puntas, a la espera de contraataques. Y el rival se la rebuscaba atrás, más si la pelota aparecía por arriba; y si fuera al ras, trataba de obstaculizar el giro del atacante en su última o penúltima jugada.

Consecuencia por entonces: 1) el visitante estaba muy largo, con mucho espacio entre su fondo y su vanguardia (poco activa, salvo los arranques de Carranza); 2) tuvo más trabajo Pezzutti, aunque el único susto fue la cabriola de Nanni. Poco.

Pasaba que a los de Jujuy le alcanzaba con cuatro en el fondo porque no había desprendimientos relevantes de quienes debían proyectarse desde más atrás de Cristaldo-Nanni; salvo Cabrera, siempre desbordante, y picante. Pero atrás, el rival aguantaba bien. Y en lo táctico, retenía a Cubero y ponía recelo en el fondo, por la presencia de Ramírez, sin compromiso de marcación con sus tres compañeros de medio campo (pero también, inexpresivo).

Era cantado un manijazo de Vélez en tres cuartos de cancha. Con los cambios, generó más juego, y los goles. Todo esto estaba en el banco, más en Cabrera, que fue el jugador más influyente en el paso ganador de su equipo.

Porque a Cristaldo (más tirado afuera del área)-Nanni se le arrimaron no sólo Cabrera (en el tiempo final pasó a la izquierda, con recorridos de todo orden), sino el Burrito Martínez, al igual que Ocampo, apegados a la gambeta y todos confabulados para acabar con la estabilidad del fondo rival. Y Coronel, también.

Fue el tiempo de los goles. Los jujeños agregaron otro enganche. El medio fue como en el básquet: zona de paso. El juego fue más entretenido. Más para Vélez, que alargó el pico de una buena levantada en las posiciones, que lo encarriló desde el gran golpe que dio en la Bombonera.
Por lo menos a Velez le aumento la autoestima.

fuente : ole

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