sábado, 30 de agosto de 2008

Con el guiño de la historia.

Vélez aprendió de sus errores ante el Tomba y sacó diferencias con goles de Ponce y López. Lo sufrió en el complemento con el descuento de Borghello, pero respiró con la frutilla de Martínez. Una historia paralela a la del 2005, se escribe fecha a fecha.

Fabián Cubero y Germán Montoya coartan el intento del colombiano Jairo Castillo. Vélez volvió al triunfo en Mendoza y quiere dar pelea. (Foto: Los Andes On Line).

Quizás no fue la mejor exposición de mejoría tras un dudoso y doloroso arranque de Apertura… ¡¿Pero qué importa?!...

Todo Vélez visitaba la ciudad de Mendoza cargando la pesada cruz de tres partidos sin conocer la victoria en este campeonato. Con el lastre de la cantidad innumerable de situaciones de gol generadas que terminaban por atragantarse en un grito sordo y perdido. Con la fe deambulando nauseabunda buscando un poco de ese aire de triunfo que la lleve a estar de nuevo por las alturas. Con el orgullo raspado, con la cabeza en alto… y con esas ganas tremendas de revertir la situación.


Todo Vélez se encaminaba en la procesión que buscaba los tres puntos, para revertir una realidad que estaba muy lejos de ser la que pretendían alimentar la ilusión y la esperanza en un nuevo arranque de campeonato. Con los cambios tácticos, la patada al “equipo de memoria”, y tantas horas de devanarse el coco soñando con una tarde triunfal. Así iba este Vélez.

Con el espíritu de Hugo Tocalli que por estas horas seguramente estará repasando las malas de su equipo, los errores repetidos que lo hicieron vulnerable una vez más; pero que sin ninguna duda debe estar disfrutando de esos segundos dorados de respirar el aire limpio y puro de las sierras mendocinas, con esos aires de la victoria.

Porque la historia, la película en el comienzo no difería para nada de las obras maestras del terror a las que acudimos en dos oportunidades en el Amalfitani y una macabra en La Paternal. Porque arrancó con todo Vélez, con el toqueteo y la idea bien clara para llegar al arco rival; pero que nuevamente se empeñaba en ponerle el “uhh” en la boca a sus hinchas que viajaron para dar su “gol”. Porque Cristaldo hacía todo bien desparramando jugadores para luego terminarla mal. Porque López picaba al vacío como pocas veces desde su llegada a Liniers pero se quedaba sin carretel para dar la última puntada. Porque una a una se dilapidaban las situaciones de gol favorables para el Fortín; padeciendo todos un síntoma del cual quedaban secuelas y podía enfermarle la tarde.

Pero en uno de esos intentos por romper la malaria, por llevarse a la chica bonita de la película; Zapata ensayó una pared y se metió en el último tramo de la cancha para ser derribado por la impotencia del fondo “tombino” que se veía desbordado ante tanto fútbol de su rival en la etapa inicial. Y se acomodó Waldo Ponce. Sí, el mismo que se perdió los primeros tres partidos sentado en el banco de suplentes por el tirón de orejas brindado por su entrenador ante imprudentes y adolescentes fallas en los encuentros amistosos. Sí, el mismo defensor chileno que en su pegada de botín derecho encerraba la apertura del maleficio en el arco de enfrente, con esa calidad que lo traiciona a veces cuando intenta salir jugando. Sí, gritalo Waldo, porque con ese derechazo sacudiste la modorra de la estirpe ganadora de un equipo que está para más y pretende mucho más.

Y mirá que la cosa venía cambiada, que Rodrigo López se escurrió en el área para meterle la cabeza a un perfecto centro pasado al segundo palo de Leandro Somoza, y así estirar con una exquisita definición la ventaja de un Vélez que mereció como en los demás partidos y que por suerte y gracias a Dios (como le gusta decir al técnico) en este las capitalizó.

Si bien los fantasmas regresaron a meterle un escalofrío por la espalda a todos cuando en el arranque del complemento, el ingresado Borghello metía el descuento ante una falla de Montoya descubriendo el primer palo. Pero rápido el Fortín, sin brillo ni lo bueno que hizo en le primer tiempo, sacó un poco de su personalidad y supo aguantar la difícil que se le venía. Con la figura descollante de Leandro Somoza, que más capitán que nunca dentro del campo de juego, se adueñaba de todas las pelotas en la recuperación y con pases profundos en la entrega. Con un ladero como Víctor Zapata, que con su tranco característico le alcanzó para dominar la pelota, hacer jugar y generar la falta con la que Vélez abrió el camino a la victoria. Con la personalidad y la madurez de Fabián Cubero que saliendo desde el fondo, ponía el culito y provocaba faltas y más faltas para enfriar las subiditas de tono del conjunto mendocino. Con el Burrito Martínez que fue el enlace que Tocalli pretendía, y con esa corrida final marcando un toque de calidad ante la salida del arquero del Tomba, selló el resultado con goleada para un Vélez que parece haber aprendido de sus errores, que fue efectivo y que sin jugar del todo bien como lo venía haciendo en las fechas pasadas se llevó la victoria. Un calco de lo que vivía seis meses atrás con el arranque del Clausura. Ganaba pero no gustaba.

Ay!, si entraba la bombita de Ponce del final que rompió el palo izquierdo de Ibáñez y decretó el final del encuentro.

Ganó Vélez. Aún debe mejorar mucho este equipo de Tocalli, que tuvo un gran primer tiempo y que dejó mucho para el olvido en el segundo. Un Vélez que más allá de eso, ganó y volvió al triunfo deseado sin importar el cómo; porque vamos a ser sinceros: había que ganar y era lo único que importaba.

Hoy los pasos que da este Vélez, el de Tocalli, en el Apertura, el 08; son los mismos que daba a esta altura el otro Vélez, el de Russo, en el Clausura, el 05. Vélez se levantó y goleó, cuenta con el guiño de la historia.


Godoy Cruz Vélez Sarsfield

fuente:www.velezsarsfield.com.ar

0 comentarios: