El Granate fue lúcido y práctico, le ganó bien a un Fortín en un muy buen partido, con Valeri y Sand como figuras. Y definirá con Talleres la Copa Ciudad de Córdoba.
Lanús juega con una soltura, con una naturalidad, que hace fácil lo que a cientos de equipos les cuesta la vida. No tiene un perfil preferido, es profundo por las dos bandas y llega con una velocidad y una precisión que desmienten todos los mitos de las pretemporadas de piernas duras. Así, tuvo una primera media hora de alto vuelo, contra un Vélez que no hacía pie porque la presión que tuvo contra Talleres no encontraba la yugular del Granate para quitarle la pelota. Así, Montoya ya era figura después de sacarle un mano a mano a Blanco y un cabezazo a Cano, pero no pudo con ese tiro libre de Valeri que se metió en el segundo palo cuando podría haberse desviado en cualquiera. Valeri, precisamente, volvió a lucir como ese volante de ida y vuelta, de gran pegada y dinámica, que sufrió por las lesiones y que se transformó en el gran refuerzo de Lanús.
¿Y Vélez? No arrancó igual que contra Talleres, porque a Morales le costó demasiado tomar una pelota limpia para atacar. Sin embargo, después del mareo inicial, empezó a hacer pie en el medio y emparejó el trámite gracias a los centros de Cabrera y Cubero, que Nani no pudo capitalizar. El segundo tiempo fue un partidazo, quizá el mejor del verano. Vélez arrancó con cuatro situaciones claritas (hasta un tiro en el travesaño de Morales) pero una contra que empezó y terminó Sand puso a Lanús dos goles arriba luego de llegar a tocar un centro de Cano. El Granate fue práctico, se defendió cuando debía (Bossio, clave) y demostró que así también se ganan partidos.
fuente : ole
jueves, 29 de enero de 2009
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